jueves, 29 de octubre de 2009

OTRA de ESAS


======================

Bueno, quiero decirles que muy pocas veces somos visitados por la muerte, y cuando lo hace, no avisa de dónde viene.

Esto les escribo porque ayer dejé a mi primo en su sepultura.

Si, al pie de un monte descansan todos los vecinos que me han rodeado, parientes que me vieron nacer, como él, y que también fueron creciendo en medio de la austeridad, tiempo en el que nadie se imagina lo que harás más allá, dentro de los años siguientes, cuando la edad avanza para marcar los pasos que vas dejando entre todos los rincones de tu existencia.

Los lugares dónde vas dejando una parte de ti, por donde andas, ya sea barrio, esquina, caminos, veredas, pueblos y ciudades que son testigos mudos de cada uno de nosotros. No todos nos seducen, o nos dejan gratos recuerdos, tal vez algunos nos dejaron experiencias que no queremos recordar jamás.

En fin, uno más que se va sin despedirse, que se lleva todas sus angustias, temores, como resistencia al cambio de status social de su entorno, me atrevo a decir, al abandono de sí mismo.

Y no puedo expresarlo de otra manera porque aquellos que hemos tenido la fortuna de experimentar algo fuera de nuestros esquemas familiares, nos damos a la tarea de ver la muerte como un proceso científico, incluso deshumanizante, no queremos ver el lado del sentimiento, la parte fundamental del cariño, del amor característico de hermano, de la tragedia que representa la pérdida de un pariente dentro del ámbito de nuestra cultura con el sincretismo metido hasta la médula.

Estamos cerca de la celebración de los fieles difuntos y seremos simples espectadores de las ofrendas sin conocer su significado dentro del mismo pueblo donde nacimos, sin tener el más mínimo interés sobre los motivos de aquellos que no pueden dejar atrás estos ritos.

Eso es, has muerto y como no te veo, no te siento, no puedo pensar que sigues aquí conmigo, debo seguir de frente sin mirar atrás. Es lo que me nos ofrecen ahora las filosofías actuales, no es deber del que está activo, del que vive ahora, dejar que el sentimiento invada su ser, ahondar en la meditación sobre la muerte, sobre el pariente, el amigo, el que conocí a través de la voz en la radio, del que fue incondicionalmente amigo de parrandas, de aquel que se preocupo por ti en algún momento cuando estabas indefenso. Bueno que más, aquella que te asistió cuando careciste de paternidad y/o maternidad.


A pesar de lo difícil, que es aceptar estas situaciones, el reflejo de la ausencia de los padres, los abuelos, lazos familiares tejidos en la tradición de una familia, el encuentro con otros que pertenecen a ese vínculo, sin conocer, sin saber que les mueve en este mundo, dan a entender que no somos los únicos, considerar todo esto como los momentos de encuentro personal, es totalmente absurdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario