lunes, 2 de diciembre de 2013

Hace tiempo que he buscado a un amigo a través de los medios electrónicos actuales y aún no encuentro señas de él. No creo que sea imposible, más sin embargo existe la incertidumbre de su desaparición en medio de este mundo tan pequeño y solitario. Encontrarlo es el primer paso, con el paso de los años uno nunca sabe como ha sido su trajinar por la vida, por lo general uno se pierde entre el ir y venir de la casa al trabajo, algunas veces se hace uno de nuevas amistades y se van quedando en un rincón aquellas viejas cosas como dice o decía J.M. Serrat, aquellas pequeñas amistades que nos dejan huella en el corazón. He encontrado a un AMIGO, vaya que amigo, en nuestros años adolescentes, fuimos cómplices de alegrías y maldades inocentes. Compartimos los primeros sentimientos de esa atracción por las niñas, los retos del deporte, de nuestro mayor placer la música y como músico se le quedo el apodo. El sentimiento, ese trago amargo de la vida al no poder platicar con El, y no saber que hacer al encontrarle con una salud deteriorada, me ha dejado perplejo y abatido. Si alguna acción pudiese realizar, es escribirle esta carta y decirle que tiene la fortuna de tener a su lado a quien más le quiere en la vida. Que no puede haber mejor compañía que la de sus pequeños nietos a su lado. Que la fuerza mayor para su recuperación es conservar en la mente el fuego del bienestar propio y de los suyos. Que no dude en pedir apoyo a sus amigos si en algún momento se presenta el desaliento y el desánimo. Amigo la distancia es como el viento, recuerdo y te recuerdo con esa sonrisa abierta y llana, libre de prejuicio y siempre alegre con gran fuerza y vitalidad. No dejes que ese fuego se pierda y quiero también decirte que nuestra amistad no morirá y estaré presente si es preciso cuando tu lo requieras.

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