miércoles, 16 de noviembre de 2016

Gobernador de INDIAS

----Cierto es lo que decís, padre. Todos pensamos lo mismo. De hecho, al cabo de poco, cayó por fin la ciudad y don Fernando fue especialmente cruel con los defensores, haciendo esclavo a su general y defensor, Hamet el Zegrí, y mandando quemar a los cristianos renegados y relapsos. Pero los que mas sufrieron la ira del rey fueron los desertores cristianos, a quienes se condenó al terrible suplicio de ser acañavereados. Fueron enterrados vivos de medio cuerpo para que no pudieran moverse y después alanceados con puntas candentes.
--- La justicia del rey debe ser ejemplar y terrible, a veces----dijo el anciano, con un estremecimiento---, Pero es la guerra, y solo así el enemigo te respeta y te teme.

El gobernador de indias pag 261 (Autor; J.M. Carrillo de Albornoz)  

lunes, 14 de noviembre de 2016

que suerte he tenido de nacer

Qué suerte he tenido de nacer 
    Qué suerte he tenido de nacer,

    para estrechar la mano de un amigo
    y poder asistir como testigo
    al milagro de cada amanecer.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para tener la opción de la balanza,
    sopesar la derrota y la esperanza
    con la gloria y el miedo de caer.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para entender que el honesto y el perverso
    son dueños por igual del universo
    aunque tengan distinto parecer.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para callar cuando habla el que más sabe,
    aprender a escuchar, ésa es la clave,
    si se tiene intenciones de saber.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    y lo digo sin falsos triunfalismos,
    la victoria total, la de uno mismo,
    se concreta en el ser y en el no ser.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para cantarle a la gente y a la rosa
    y al perro y al amor y a cualquier cosa
    que pueda el sentimiento recoger.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para tener acceso a la fortuna
    de ser río en lugar de ser laguna,
    de ser lluvia en lugar de ver llover.

    Qué suerte he tenido de nacer,
    para comer a conciencia la manzana,
    sin el miedo ancestral a la sotana
    ni a la venganza final de Lucifer.

    Pero sé, bien que sé...
    que algún día también me moriré.
    Si ahora vivo contento con mi suerte,
    sabe Dios qué pensaré cuando mi muerte,
    cuál será en la agonía mi balance, no lo sé,
    nunca estuve en ese trance.

    Pero sé, bien que sé...
    que en mi viaje final escucharé
    el ambiguo tañir delas campanas
    saludando mi adiós, y otra mañana
    y otra voz, como yo, con otro acento,
    cantará a los cuatro vientos...

    Qué suerte he tenido de nacer.

    Alberto Cortes